Parásito

El farol de mi barrio ya no alumbra como antes.
Ya no alumbra como antes las carrozas en su tránsito.
Tras décadas de servicio, lo ha apagado el alcalde.
El alcalde lo ha apagado porque no alumbra bastante.

Víctima de la innovación y del estúpido talante,
su talento se ha apagado y ahora sostiene un parásito.
Hablará soberbio el parásito con el caer de la tarde,
y succionando el alimento prenderá luz al instante.

Lo peor de lo peor para el farol de mi barrio
no es tanto que otro haga ahora su encomienda.
Ni las luces, ni los vatios ni los cromados de mierda.
Lo peor para mi farol es, encima, tener que prestarle la percha.