La verdad es la verdad y nunca hubo un horizonte inclinado.
En estos días en los que reina la inestabilidad del todo, nos es dado por la propia idiosincrasia del ser humano, creer en todas aquellas barbaridades que somos capaces de proyectar desde el más superficial de nuestros miedos.
El terror nos alcanza nacido de nuestras percepciones e incapaces de enfrentarnos a ellas, siquiera con la más pequeña de nuestras dudas, nos volvemos más incapaces si cave, para discernir cuanto de real existe en lo que creemos ver.
En nuestra conjeturada irrealidad somos capaces de encontrar originalidad y belleza en las más dementes ideas.
Estamos perdidos.
Sólo el más simple de los silogismos nos puede encaminar a la certeza.
Seguro que no es nada excepcional tener la sensación, de que en el transcurso de un par de meses uno se ha reunido con varios millones de personas…, aunque tampoco (se me ocurre pensar) sea algo poco digno de apreciar.
Varios millones de personas…, varios millones de personas…; varios miles de imágenes y en ninguna de ellas un sólo conato de violencia; ni siquiera en las primeras de todas, las del 20 de septiembre ante la «Conselleria d’ Economia», donde monté guardia fotográfica durante más de 15 horas.
Los famosos vehículos de la GC estaban abiertos de par en par, con un arma en su interior olvidada por sus avezados conductores…, y por increíble que parezca olvidada continuó por los miles y miles de manifestantes, que ante la disyuntiva del uso o no de la violencia, parece ser que prefieren agotar la paciencia de sus mejillas… (ciertamente, eso sí, la multitud dejo su huella en dichos admirados vehículos).
Recuerdo perfectamente como los voluntarios (de peto verde) mantenían dentro de un lógico orden (lógico dada la situación) a los más osados manifestantes, con simples palabras de: -«SHUUUUUUU!!!, això no es pot fer…». Nadie osó tocar aquella arma.
De acuerdo con que mi visión puede ser sesgada e interesada y yo por supuesto puedo ser el más violento de la clase, pero acéptese también que hay millones de personas considerando que el famoso choque de trenes no es más que uno de los mayores vertederos de mentiras que jamás haya existido sobre los habitantes del estado, nación o cosa, denominada España y demás aledaños…
¡Ojalá siga siendo así!, lo de la violencia, claro…
El 11 de septiembre de 2012 el separatismo catalán dio un salto cualitativo importante y salió masivamente a las calles para reivindicar la independencia de Cataluña. El evento quedó reflejado en imágenes en este humilde espacio.
En los cinco años que han pasado desde entonces se ha originado y ha ido creciendo una gigantesca «tormenta perfecta», que amenazaba con destruirnos a todos los que vivimos en esta tierra, y es posible que incluso más allá.
Anteayer, 27 de octubre de 2017, el parlamento catalán declara la independencia de Cataluña, y el mismo día, el senado español aprueba el cese del gobierno catalán al completo y la intervención de la comunidad autónoma, en aplicación del artículo 155 de la Constitución Española.
La tormenta ya está descargando su ira sobre los catalanes, y nadie se atreve a decir hasta dónde llegará la devastación.
Yo, mientras me consume la angustia y la incertidumbre, me niego a considerarme extranjero en la tierra en que nací.
Hoy 29 de octubre ha tenido lugar una multitudinaria manifestación unionista en el centro de Barcelona, y aquí os dejo unas fotos de la fiesta … ya que todo ha transcurrido en un ambiente cívico, pacífico y festivo.
En un momento de tanta rigidez en la política, de tanta superficialidad en la cultura y de tanta codicia en la economía, constituye un privilegio enorme el poder sentarse tranquilamente a observar las esculturas eternas de este genial autor contemporáneo.
Gracias, Jaume, por iluminarnos con tu sencillez y por regalarnos el alma con tu poesía.